Para el día del padre fui a revivir uno de los mejores momentos de mi infancia: Toy Story. Sólo que esta vez en 3D... pero la nueva tecnología anunciada con bombos y platillos, tuvo poco y nada que ver con la felicidad con la que salí de la sala. Imperdible.
(Recomendación: leer escuchando esta canción)
Primero les advierto que van a leer una crítica de una persona que tenía cuando era chica (y aún tengo en realidad) Toy Story 1 en VHS original. Estuvo a la cabeza de mi raking de películas cuando era chica y el tiempo sólo la afirmó en esa posición.
Así que confiesoque tenía expectativas con la tercera parte porque la segunda fue buenísima también, pero tenía miedo que arruinaran la historia por una fiebre de hacer terceras, cuartas y hasta quintas partes de culquier fórmula que haya funcionado. Pero por suerte no fue así.
La aventura de Woody y Buzz en esta tercera mantiene la frescura y el humor que la caracterizan, pero renovadas. Toy Story revive su magia y duplica los giños de humor para padres y sus fans que han crecido con ellos.
No se tiraron a lo seguro de hacer una nueva aventura con Andy, a repetir esa fórmula. Por el contrario, Andy ya creció y se va a la universidad... ¿Qué pasará con sus viejos juguetes? Hay tres opciones: al ático, a la basura o a una guardería llena de niños.
Vayan al cine para averiguar cuál fue, pero esperen un final inesperado, pero emocionante y de muchas lágrimas, por lo menos para mí. No se la pierdan. Una película que enseña valores como siempre ha hecho, pero tal vez reforzado por la fuerte carga emocional de la trama, una situación con la que cada espectador puede sentir identificado.
El 3D no agrega nada relevante al film, así no se gasten los ocho pesos extras, pero Toy Story 3 vale sobremanera los 22 de la entrada.
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